Silicon Valley, 17 de agosto de 2025. La carrera global por dominar la Inteligencia Artificial ha desencadenado una feroz competencia entre gigantes tecnológicos como Microsoft, Meta, Amazon y Alphabet. Su estrategia más reciente: las llamadas “reverse acquihires”, una práctica que consiste en atraer fundadores y equipos de startups, junto con licencias de tecnología, dejando a las jóvenes empresas debilitadas o incluso vacías.
Casos recientes ilustran la tendencia. En 2024, Microsoft incorporó a Mustafa Suleyman, CEO de Inflection AI, para liderar su negocio de Copilot, pagando además 650 millones de dólares en licencias. Este año, Meta cerró un acuerdo con Scale AI, ofreciendo una inversión de 14.800 millones de dólares a cambio de su CEO Alexandr Wang y parte de su equipo. Google también aplicó esta fórmula en julio al integrar el talento de Windsurf en una operación de 2.400 millones, dejando al resto de empleados sin la esperada ganancia de un exit tradicional.
Estas tácticas ofrecen ventajas inmediatas a las Big Tech: permiten obtener talento de élite y acceso a tecnología de punta de manera rápida, sin las complejidades regulatorias que suelen acompañar adquisiciones completas. Al mismo tiempo, investigadores y fundadores reciben salarios astronómicos —en algunos casos comparables a los de atletas profesionales— en un mercado laboral hipercompetitivo.
Modelo de inovación en riesgo
Sin embargo, el fenómeno preocupa a inversores y analistas porque amenaza el modelo de innovación de Silicon Valley. Tradicionalmente, el ecosistema se ha sostenido en el riesgo compartido: empleados que apuestan por startups con la esperanza de que la equidad los convierta en parte del próximo “unicornio”. Cuando estas empresas se vacían de talento clave antes de consolidarse, esa promesa se rompe, generando desconfianza y desincentivando a profesionales a unirse a proyectos emergentes.
“El sistema se basa en que todos tienen la posibilidad de ganar. Si los empleados descubren que en realidad no tenían participación en esa promesa, se rompe la confianza”, señaló Jon Sakoda, socio fundador de la firma de capital de riesgo Decibel.
Los expertos advierten que, de continuar esta tendencia, el flujo de talento hacia startups podría reducirse, debilitando el motor que durante décadas convirtió a Silicon Valley en el epicentro mundial de la innovación tecnológica. Paradójicamente, esa erosión podría afectar en el futuro a las mismas grandes tecnológicas, que históricamente se han beneficiado de adquisiciones estratégicas de startups visionarias, como Android para Google o Annapurna Labs para Amazon.
El frenesí por la IA ha llevado a Big Tech a priorizar la inmediatez sobre la sostenibilidad del ecosistema. La pregunta que queda en el aire es si, en la búsqueda de la supremacía en inteligencia artificial, las gigantes tecnológicas están poniendo en riesgo la gallina de los huevos de oro que las alimentó durante décadas.
Fuente: The Wall Street Journal